«En ocaciones Lamela ha cultivado lo que llama «apuntes visuales»: ver por ejemplo su melancólico tiovivo, o su sorprendente vista, un poco Bernard Plossu, del puerto de Santander con la silueta del Club Náutico, un icono de una vanguardia ya antigua».
Juan Manuel Bonet.
Desde su origen la fotografía ha experimentado un devenir en ocasiones controvertido y su posicionamiento dentro la historia del arte ha sido cambiante. Los progresos tecnológicos han tenido mucho que ver en esta visión, ya que ellos han posibilitado el nacimiento de la disciplina, que la imagen diversifique su finalidad y que llegue a convertirse en un mecanismo común de expresión extendida entre el público en general. Dentro de este contexto es difícil discernir qué fotografías son artísticas y cuáles no, dónde se encuentra la diferenciación del medio expresivo y en última instancia si aquello que en ellas se representa es real o no. Los avances y la urgencia de la sociedad contemporánea han facilitado que la cámara vaya siempre con nosotros de una manera u otra, que nos acompañe en nuestro día a día y que cualquier momento vivido pueda ser perpetuado. Al igual que en el pasado, cuando biólogos, científicos, arquitectos… llevaban en sus viajes cuadernos para tomar apuntes del natural en un intento de comprender nuestro mundo y su funcionamiento, Javier Lamela se acompaña de su cámara con el propósito de retratar la realidad de manera instantánea y fragmentada, configurando así su personal manera de descifrar el escenario en el que vive. La cámara va a su lado en su periplo y se convierte en el instrumento ideal para capturar retazos de la existencia y del devenir cotidiano: un tiovivo, una bicicleta, un paso de cebra…. “Apuntes visuales” se transforma, desde la mirada del espectador, en una rough guide o guía abocetada que puede llegar a convertirse en una historia sin fin o verse completada al cruzar una calle. Se puede leer de manera arbitraria, eligiendo la trayectoria marcada por Javier, o bien optando por una nueva. Las imágenes mantienen una dualidad persistente en su trabajo, la creada entre la inmediatez que le es propia al mundo digital y la apariencia y la temática relacionadas con el quehacer analógico. En permanente convivencia entre estas dos génesis, sus representaciones perpetúan la huella del tiempo, fluctuando de esta manera entre el pasado y el presente. Las fotografías de Javier funcionan como una suerte de mediadora entre el punto de vista del fotógrafo y el receptor, aportándole a este último conocimiento e incorporándole memoria de aquello que realmente no ha vivido. Y es que encontramos en “Apuntes Visuales” aquello que diferencia a la representación artística de cualquier instantánea tomada al azar por un amateur, una mirada que contiene calidad y sentido estético, aprehensión de lo poético y lo relevante de la realidad. Una mirada que, en definitiva, nos hace avanzar a través del conocimiento de nuestro entorno de una manera distinta, que busca compartir su percepción con quien quiera experimentarla. El espectador hace suyo el viaje y se convierte en una acción contemplativa, y el arte cumple con su objetivo de crear lazos emotivos e intelectuales entre creador y público, se aleja de lo aparentemente real para transfigurarse en la otra realidad que se esconde tras lo evidente.
Carmen Quijano.
LOS APUNTES VISUALES DE JAVIER LAMELA
El buen fotógrafo no busca siempre, no debería buscar, al menos así lo creo yo, la fotografía definitiva cada vez que dispara su máquina. El buen fotógrafo dispone de varias cámaras, todas con posibles fines diversos y adecuándolas a situaciones diferenciadas. Elige una u otra para cada momento, para cada escenario, ambiente o entorno, dependiendo de las condiciones que cree que requiere cada caso, como también puede elegir la iluminación con flash o focos o simplemente con la luz ambiente. Las cámaras y sus complementos son meros instrumentos de los que se sirve para planificar las tomas. Además el buen fotógrafo, como lo sabe también el pintor, es consciente de que puede existir la casualidad, el encuentro afortunado, la sorpresa e incluso el experimento controlado o simplemente arriesgado y, cómo no, la toma fallida, desechable. Especular sobre estas cuestiones es algo vano ahora, pues nos podría llevar tan lejos, como tan profundamente a la esencia de la fotografía, y no es el caso. Por el contrario, si hay algo que me ha llamado la atención de estas pequeñas fotografías no es solamente la evidente calidad de las tomas, ni tan siquiera su “breve” pero intenso contenido poético, sino su sencilla denominación por el autor como apuntes visuales, como el cuaderno de dibujo del pintor que bosqueja o que va más allá incluso, equivalentes al boceto mismo. Una nueva posibilidad de la fotografía digital al servicio del buen fotógrafo, eso sí, ocasionalmente.
Fernando Zamanillo Peral.
«En ocaciones Lamela ha cultivado lo que llama «apuntes visuales»: ver por ejemplo su melancólico tiovivo, o su sorprendente vista, un poco Bernard Plossu, del puerto de Santander con la silueta del Club Náutico, un icono de una vanguardia ya antigua».
Juan Manuel Bonet.